miércoles, 20 de mayo de 2015

Mañana, jueves 21'mayo, en Aspaym.

Buenos días,
Muchas gracias a la organización de estas jornadas por interesarse y reivindicar un modelo social y político justo, democrático e independiente. Debemos hacerlo sin divagaciones, sin miedos, sin pensar en los demás como si los demás fueran los otros, sino pensando en nosotros y nosotras como parte de un todo humano.
Por contaros, os cuento que la Marga que ahora os está hablando siente que ha crecido cualitativamente junto al modelo social y político vida Independiente. Antes de aprenderme con este, me aprendí con el modelo social y político médico-rehabilitador. Aprendí que como nunca sería una mujer caminante y erguida y por tanto, menos aún independiente, antes o después acabaría en una residencia de grandes discapacitados.
Antes de aprenderme como sujeto activo y con los mismos derechos que cualquier otro ser humano, la sociedad y las políticas me enseñaron a abanderarme con un certificado dediscapacidad para mendigar útiles tan básicos como una silla de ruedas motorizada, o para acceder a unos estudios superiores. Para cualquier necesidad la administración me pedía que reconociera mi discapacidad, no mis ganas de vivir, ni mis posibilidades, nunca; siempre, para cualquier necesidad se me requería el certificado de discapacidad, y a poder ser con un porcentaje bien alto.
Os explico esta tristeza porque es importante, por lo menos para mí, que salgamos hoy de estas jornadas todos y todas con la cabeza bien alta, seguros y seguras de que otro mundo es posible. Igual de importante es que se entienda que las palabras crean significados y que los significados crean consciencias: Discapacidad es sinónimo deretrasado, minusválido, subnormal, ... No confundir el paradigma de la discapacidad con el de la diversidad funcional, porque son totalmente contrarios, y si queremos convivir y acceder a viviendas propias, accesibles, asequibles y en comunidad, debemos borrar de nuestras cabezas los tan pocos por ciento de pisos accesibles para personas con discapacidad. Borremos estos conceptos porque no son funcionales: no funcionan. Y no funciona porque a las personas con discapacidad se les construye residencias aglomeradas o pisos tutelados, también aglomerados.
Mi cometido, por lo que Aspaym me ha invitado, es contaros mi visión sobre el derecho a una vivienda propia para construir nuestras propias vidas. Dice el artículo 47 de la Constitución española: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos. Y más cercana aún tenemos la ley 18/2007, de 28 de diciembre, que estipula regular el derecho a la vivienda, entendido como el derecho de toda persona a acceder a una vivienda digna que sea adecuada a la situación familiar, económica y social y a la capacidad funcional. Es decir, la vivienda es un derecho fundamental, es una necesidad básica, y clarísimamente no cualquier habitáculo es una vivienda.
Una vivienda es un lugar de confort, de crecimiento, abierto, con capacidad para una misma y para todos nuestros seres queridos. Es un espacio de reposo, de recogimiento, y también de encuentros. Y es desde esta mirada lógica desde la que parto que vivienda no es sólo la nuestra, viviendas son todas o ninguna: Debieran de serlo ya, pero no lo son. No es una vivienda un espacio en el que nos tengamos que desmontar la silla para hacer mínimas maniobras, ni es una vivienda un espacio que te obliga a aparcarte en un rincón. Tampoco, ya no, es una vivienda un espacio cuidado durante años que al hacerte mayor te obligue a abandonarlo por convertirse este en espacio inseguro y de aislamiento. Y menos, para nada es una vivienda cuando para acceder a una te ves obligada a hipotecarte de por vida, obligándote a trabajar más de 10 horas diarias, juntando sí o sí de dos a tres sueldos comunes y corrientes. A estos espacios yo los llamo timo.
Concretando, las personas con diversidad funcional no queremos ser un problema, ni crear problemas. Así que el Ayuntamiento, la Generalitat, el Parlament Catala, el Gobierno Español y/o la Moncloa y la Unión Europea, deben demoler todos esos espacios horribles y llenos de barreras arquitectónicas y reconstruirlos en viviendas, comercios, calles, transportes, escuelas, organizaciones, etc. accesibles para todas las personas. Queremos ser un claro objetivo de mejora de la ciudadanía. Queremos que se nos incluya, no que se nos excluya. Es posible, es necesario y es urgente.
Mi experiencia es de las pocas afortunadas. Por los pelos me libré de verme obligada a reclutarme en una residencia. Entonces vivía en casa de mis padres, sin asistencia personal y en un piso tradicional con puertas estrechas, sin apenas márgenes de maniobra. Yo me hice mayor, al igual que mis hermanas. Mis hermanas volaron y yo me quedé con mis padres. A mi madre la operaron y por prescripción médica dejó de atenderme, y a mi padre le adolecieron dos lumbagos muy muy serios. Con el primero me fui a casa de mi hermana dos días, se lo pedí yo misma y me acogió como otras tantas veces, con todo su amor y sincera predisposición, pero su casa también era inaccesible. ¡Cuántas ralladuras de pared y de marcos de puertas me han perdonado todas mis hermanas! Con el segundo lumbago contraté una empresa de servicios y así es como comencé a descubrir las bondades de la asistencia personal. Los ahorros se me acabaron en menos de tres meses, mis hermanas me ayudaron económicamente cuanto pudieron y así fue como la situación se hizo más grave todavía. A mí se me educó para ser independiente, yo sabía serlo, sabía ser responsable, estar atenta, sabía cuidarme y sin embargo no tenía el recurso para desenvolverme. Fueron momentos muy tristes, estresantes y llenísimos de miedos. Apareció el MVI, aparecieron mis compis OVI y conseguimos que un partido político apostara por nuestras vidas y nos librara de una condena a cadena perpetua.
Hoy vivo en un piso accesible, asequible y propio. Entro y salgo, me desenvuelvo, hago y deshago con absoluta seguridad y libertad. Vivo con R y B, mis dos amores. Cuento con un entorno humano rico rico en confort: mi familia, mis amistades, mis vecinos y mis ap’s. No vivo sola, vivo en un barrio en el que mucha gente nos tratamos cada día (la frutería de enfrente, el Consum, la copistería, por nombrar algunos). Vivo en un bloque de vecinos en el que todos y todas nos conocemos y vivo en una ciudad cosmopolita llena de oportunidades. Tengo la gran suerte de vivir una vida independiente, mi propia vida.
Vivo en Vila Olímpica, en uno de los 6 únicos pisos domóticos en toda Barcelona. Estos pisos de V.O. primero fueron construidos para los deportistas preolímpicos, después se convirtieron en pisos tutelados por el ayuntamiento. El ayuntamiento contrató unos servicios mínimos para atender a los y las usuarias que trasladarían de alguna o algunas resis. Las personas, claro que notaron alguna mejora de estar en una resi, sin llaves para entrar y salir por su cuenta, a comenzar a vivir en pisos de los que salían y entraban cada cual con su llave. Pero disponían de unos servicios asistenciales comunes y por tanto insuficientes. Servicios descontrolados por una administración que más bien se mantenía al margen de lo que en los pisos sucedía, en cuanto a los trabajadores contratados. Y con el proyecto del Ayunt. Hacia la Vida Independiente, tres de estos pisos pasaron a ser pisos asequibles y enteramente autogestionados. Cuando yo llegué, en dos ocasiones puse el cielo en el grito porque la empresa que cuida la domótica entraban con una llave maestra como pedros por sus casas, la primera vez me pilló desprevenida y me quedé muda, la segunda me argumentaron absurdos de lo más indecentes y entonces para absurda yo, les dije que o me daban llaves de sus casa para entrar yo igual de feliz que ellos o que les denunciaría por allanamiento de morada. Y más calmadamente les conté que a partir de ya tenían que dejar de considerar este piso como quiera que lo conocieran y comenzar a tratarlo como un piso de alquiler particular. Ya no volvieron a entrar más sin llamarme antes y sin picar al timbre.

Construir residencias no es una solución, es un problema mayor. Construir edificios, comercios, calles, escuelas, etc. llenas de barreras arquitectónicas no es sólo un problema, es un delito. Vernos y considerarnos al conjunto humano como objetos alineados y homogéneos es puro utilitarismo, cobardía. Y esconder las bondades de la Asistencia Personal es un retroceso continuo y un asesinato social.